Monday, December 12, 2005

Llegamos a la estación de Bologna casi a media noche, no sé quién tuvo la culpa tuvimos que esperar una hora y media de más en la estación de Milán sobre un tren estático. En ocasiones me culpo a mí mismo pero luego llego a la conclusión, más lógica que la chingada, que no soy lo suficientemente importante para retrasar un tren.

Lo primero que noté de Bologna es que también neva ahí, es difícil acostumbrarme a que la gente viva tan naturalmente entre la nieve, déjenle eso a Yeti. Por culpa del tren era muy tarde ir al hostal en dónde queríamos quedarnos así que tuvimos que improvisar e invadir un hotel una estrella. El edificio principal estaba lleno pero también rentan cuartos de apartamentos como cuartos de hotel, no hay pedo, difícil encontrar otra cosa mejor para la noche. El toque de queda era veinte minutos después. Tiempo más que suficiente para encontrar algún bar y pedir un panino. Las tres mujeres en una recámara y los dos hombres en otra, como Dios manda.

Salir antes de antes de antes de mediodía siempre me ha parecido un poco exagerado pero obviamente yo no soy dueño de un hotel. Otra vez el hambre dicta nuestras acciones y encontramos un lugar caro, hecho para robarse cualquier cosa, y acompañamos el café con cualquier cosa sólida. Ahora sí, a buscar el hostal que es ideal por su precio y nada más.

Antes de agarrar el camión 39, pedimos a un tipo que tomara una foto grupal para el recuerdo. Se llamaba Rafael, también se dirigía al hostal, hablaba en inglés con nosotros, a Katharina no le gusta el inglés pero a mí me encanta que ella hable en ese idioma porque mezcla la R con la W y parece una niñita cuando habla (Come back hewe wabbit!). Llegamos al hostal que está a una mezzoreta del centro de la ciudad. Para nuestra desagradable sorpresa el hostal cierra desde las 11 hasta las 3, faltaban casi cuatro horas y no había nadie dentro, gritar, sonar el timbre, enseñar el trasero, nada funcionó. Decidimos buscar una cafetería o un bar en dónde se nos olvidaría el frío infernal (bonito ¿no?) pero todos estaban cerrados. Nos metimos dentro de una especie de silo en dónde teníamos 3 paredes y un techo para protegernos de la nieve.

- ¿Qué hacemos? - alguien preguntó lo que todos nos preguntábamos.
- María, llama a los hoteles de una estrella que están en esta lista de Rafael.
María llamó.
- Ninguno es más barato que esto. Y la diferencia es razonable - explicó la alemana
- Vámonos de esta mierda, no quiero esperar y además wir sind am Arsch des Welt - contesté aplicando lo que había aprendido el día anterior
- Yo no puedo - dijo Rita - mi dinero no me alcanza para otro lugar.
- Beh, ni modo. - pensé - Nunca se sacrifica el grupo por una mujer

Esperamos y esperamos, los pies dejaban de sentir por un momento hasta que se jugaba a caminar, a ver quién podía llenar con más nieve el vaso del café caro, se cantaba martinillo en 4 lenguas diversas al mismo tiempo, se reía para no volverse loco, se reía aunque se sabía que el acto de reirse era demostrar que ya se estaba loco, se reía y se esperaba.

Un carro llegó a las puertas del hostal, Rafael y yo corrimos para hablar con la conductora. Déjenos entrar. No, a las 3. Estamos en medio de la nieve, frío en los huesos, sólo queremos entrar y calentarnos los pies. No, tengo cosas que hacer. Por favor. Regresen a las tres. Perra. Monstruo con tetas. Engendro del demonio. Cogedora de conductores de autobuses. ¿Alguien ha visto un autobus después del que nos trajo aquí? No, entonces estamos jodidos. Se ríe cuando se está en el absurdo.

Por fin las tres, todo mundo agarre su mochila y vamos. Entramos, los pies dejaron de sufrir por una hora. El hostal no era feo pero no era guapo. Tenía las cosas estándar y nada más. Aquí el toque de queda era a las 11.30pm, el camión último a las 10.44 enfrente de la estación. No queríamos saber nada del hostal así que salimos a explorar por fin la ciudad.

En este espacio de tiempo sucedieron cosas de turistas que no vale la pena escribir porque es siempre lo mismo, monumento, plaza, iglesa. Después de no mucho tiempo decidimos regresar resignados al hostal con artículos de supermercado para la noche, si la teníamos que pasar en el hostal entonces la fiesta sería en el hostal. Después de jenga, vodka y pastel, las chicas decidieron irse a descansar. Era ya casi la última hora de Sabina. Rhys, Rafael y yo hicimos nuestra propia banda de emo, nos robamos bases imaginarias, manejamos carritos hechos de rejas, nos reímos del toque de queda, tocamos, el inglés me dice que sí está enojado conmigo debido a que cambiamos saliva a través de una inglesa, dimos la vuelta a la glorieta y regresamos gritando en un cono naranja, la noche en el hostal no había terminado, faltaba robar unos pósters. Nos dormimos con la luz encendida.

Tres horas después comí el desayuno asqueroso del hotel. Katharina se enoja con Rhys. Todo está bien después. Rafael se va a Venecia, Rhys se va a buscar un skatepark, no lo encuentra, nos encontramos después, ¿pub o iglesias? medio grupo elige pub, medio grupo iglesia. Hostal, dormir, típico día turista.
El día siguiente despertamos, desayunamos, nos vamos. Adiós Bologna, adiós a la ciudad nocturna, adiós hostal de la mierda, adiós.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home