Friday, January 13, 2006

Monday, December 12, 2005

Llegamos a la estación de Bologna casi a media noche, no sé quién tuvo la culpa tuvimos que esperar una hora y media de más en la estación de Milán sobre un tren estático. En ocasiones me culpo a mí mismo pero luego llego a la conclusión, más lógica que la chingada, que no soy lo suficientemente importante para retrasar un tren.

Lo primero que noté de Bologna es que también neva ahí, es difícil acostumbrarme a que la gente viva tan naturalmente entre la nieve, déjenle eso a Yeti. Por culpa del tren era muy tarde ir al hostal en dónde queríamos quedarnos así que tuvimos que improvisar e invadir un hotel una estrella. El edificio principal estaba lleno pero también rentan cuartos de apartamentos como cuartos de hotel, no hay pedo, difícil encontrar otra cosa mejor para la noche. El toque de queda era veinte minutos después. Tiempo más que suficiente para encontrar algún bar y pedir un panino. Las tres mujeres en una recámara y los dos hombres en otra, como Dios manda.

Salir antes de antes de antes de mediodía siempre me ha parecido un poco exagerado pero obviamente yo no soy dueño de un hotel. Otra vez el hambre dicta nuestras acciones y encontramos un lugar caro, hecho para robarse cualquier cosa, y acompañamos el café con cualquier cosa sólida. Ahora sí, a buscar el hostal que es ideal por su precio y nada más.

Antes de agarrar el camión 39, pedimos a un tipo que tomara una foto grupal para el recuerdo. Se llamaba Rafael, también se dirigía al hostal, hablaba en inglés con nosotros, a Katharina no le gusta el inglés pero a mí me encanta que ella hable en ese idioma porque mezcla la R con la W y parece una niñita cuando habla (Come back hewe wabbit!). Llegamos al hostal que está a una mezzoreta del centro de la ciudad. Para nuestra desagradable sorpresa el hostal cierra desde las 11 hasta las 3, faltaban casi cuatro horas y no había nadie dentro, gritar, sonar el timbre, enseñar el trasero, nada funcionó. Decidimos buscar una cafetería o un bar en dónde se nos olvidaría el frío infernal (bonito ¿no?) pero todos estaban cerrados. Nos metimos dentro de una especie de silo en dónde teníamos 3 paredes y un techo para protegernos de la nieve.

- ¿Qué hacemos? - alguien preguntó lo que todos nos preguntábamos.
- María, llama a los hoteles de una estrella que están en esta lista de Rafael.
María llamó.
- Ninguno es más barato que esto. Y la diferencia es razonable - explicó la alemana
- Vámonos de esta mierda, no quiero esperar y además wir sind am Arsch des Welt - contesté aplicando lo que había aprendido el día anterior
- Yo no puedo - dijo Rita - mi dinero no me alcanza para otro lugar.
- Beh, ni modo. - pensé - Nunca se sacrifica el grupo por una mujer

Esperamos y esperamos, los pies dejaban de sentir por un momento hasta que se jugaba a caminar, a ver quién podía llenar con más nieve el vaso del café caro, se cantaba martinillo en 4 lenguas diversas al mismo tiempo, se reía para no volverse loco, se reía aunque se sabía que el acto de reirse era demostrar que ya se estaba loco, se reía y se esperaba.

Un carro llegó a las puertas del hostal, Rafael y yo corrimos para hablar con la conductora. Déjenos entrar. No, a las 3. Estamos en medio de la nieve, frío en los huesos, sólo queremos entrar y calentarnos los pies. No, tengo cosas que hacer. Por favor. Regresen a las tres. Perra. Monstruo con tetas. Engendro del demonio. Cogedora de conductores de autobuses. ¿Alguien ha visto un autobus después del que nos trajo aquí? No, entonces estamos jodidos. Se ríe cuando se está en el absurdo.

Por fin las tres, todo mundo agarre su mochila y vamos. Entramos, los pies dejaron de sufrir por una hora. El hostal no era feo pero no era guapo. Tenía las cosas estándar y nada más. Aquí el toque de queda era a las 11.30pm, el camión último a las 10.44 enfrente de la estación. No queríamos saber nada del hostal así que salimos a explorar por fin la ciudad.

En este espacio de tiempo sucedieron cosas de turistas que no vale la pena escribir porque es siempre lo mismo, monumento, plaza, iglesa. Después de no mucho tiempo decidimos regresar resignados al hostal con artículos de supermercado para la noche, si la teníamos que pasar en el hostal entonces la fiesta sería en el hostal. Después de jenga, vodka y pastel, las chicas decidieron irse a descansar. Era ya casi la última hora de Sabina. Rhys, Rafael y yo hicimos nuestra propia banda de emo, nos robamos bases imaginarias, manejamos carritos hechos de rejas, nos reímos del toque de queda, tocamos, el inglés me dice que sí está enojado conmigo debido a que cambiamos saliva a través de una inglesa, dimos la vuelta a la glorieta y regresamos gritando en un cono naranja, la noche en el hostal no había terminado, faltaba robar unos pósters. Nos dormimos con la luz encendida.

Tres horas después comí el desayuno asqueroso del hotel. Katharina se enoja con Rhys. Todo está bien después. Rafael se va a Venecia, Rhys se va a buscar un skatepark, no lo encuentra, nos encontramos después, ¿pub o iglesias? medio grupo elige pub, medio grupo iglesia. Hostal, dormir, típico día turista.
El día siguiente despertamos, desayunamos, nos vamos. Adiós Bologna, adiós a la ciudad nocturna, adiós hostal de la mierda, adiós.
20 de Noviembre

Desfile de mini Zapatas, mini Adelitas y mini pirámides acompañadas de números rítmicos mal coordinados. Elegí este día para leer el "libro para cuando extrañes Tijuana" sin saber que no cumpliría su misión principal sino que se transformaría en "libro para que extrañes Tijuana".

Con mi trasero en una silla de madera, con mis oídos escuchando a Elvis Crespo, con mi alma en un restaurant/bar latino, con la lectura previa de bares en calles oscuras pero vivas, de güeros creyéndose dioses hasta que se termina el dinero y de barrios y cholos (y Platters), con mi garganta queriendo entonar el rey, la media vuelta, canción mixteca, reloj, con la compatriota vociferando más elegantemente las mismas letras, con el nudo en la garganta que (según yo) me impedía de demostrar mis talentos artísticos, con la seguridad de que volvería al año siguiente.

Friday, December 09, 2005

Mona:

Monday, November 14, 2005

Lunes 7 de Noviembre, 2005

Hoy llego a Bratislava de noche, a las 8 para ser exacto, en la compañía de 3 checas y un checo que conocí unos días atrás. Que bueno que dormí en el avión, seguramente necesitaré esta energía si es que quiero conocer un poco la ciudad. El primer paso es llegar al hostal, para mi suerte una de las checas pregunta a una eslovaca qué es lo que tengo que hacer e inmediatamente el plan A de llegar con las direcciones impresas se transforma en el plan B, ahora la eslovaca me ayudaría a llegar a mi destino. Después de unos minutos en el camión decidimos bajar y despidiendome de los checos inicia mi persecusión de la eslovaca, para mi mala suerte ella se pierde al querer llegar a mi destino y en buena reacción en cadena me pierdo yo también. Lo bueno es que había apuntado el teléfono y ella está dispuesta a hacer la llamada al hostal para preguntar las direcciones. Por fin llego al hostal, todo normal aquí.

Decido salir, después de unos minutos decido comer. Comparado a Bérgamo todo parece ser economiquísimo. Llego al centro en dónde me doy cuenta de que mi cámara está en su lecho de muerte, espero aguante al sacerdote para recibir los santos óleos. Gracias a que mis manos tienen un entrenamiento óptimo en golpear televisores y a que se me ocurre aplicar estos conocimientos en la cámara sobrevive un poco más. Veo las instrucciones de Bratislava y me indican entrar en un café, no soy nadie para decir que no entonces entro y como buen (soy demasiado in-creativo para elegir sustantivo pero mi escrito requiere de una buena palabra para elevar el dramatismo entonces le dejo a usted, amable lector, una libre elección) ordeno una birra, o cheve para los cuates y averiguo dónde será mi siguiente destino. Elijo ir al río, el famoso Danubio Azul de Strauss, sólo por esta noche mío. Después de caminar un rato por su contorno, decido sentarme junto a el para escribir un poco. A mi lado está el barco/circo/disco pero parece muerto, la maldición del lunes por la noche. Un sol pequeñísimo llega y da luz a su hijo sobre mi cuaderno, después me invita a bailar y yo, que aún no puedo decirle no a los astros, accedo. El barco/cadaver por dentro tiene vida, estoy seguro que las bacterias volverán a la vida esta carroña, pero hoy no, nada sucede esta noche. Confuso y desilusionado me voy a otro café/bar para beber otra cheve.

Decido que es todo por hoy, mucho centro, mucha oscuridad pero como tengo hambre también decido regresar al lugar barato en dónde se inicia una conversación entre 3 personas y yo. Después de un corto intercambio de palabras, dos eslovacas se retiran del grupo que ahora consiste en mí y un diseñador de modas, en el camino al Buddha Bar más cercano aprendo se autodeclara el más grande toooooooda la Eslovaquia. Me compra dos cervezas y después salgo un poco más velozmente de lo normal. Llego al hostal, apunto hacia el cielo, el dedo brilla, Giuseppe chiama a casa. Duermo, estoy cansado.

Martes 8 de Noviembre, 2005

Salgo en dirección a la estación de trenes, me río de Dagmar, yo no llego tarde a mis citas con los ferrocarriles. Mi pasaporte adquiere un nuevo adorno, duermo o no mientras escucho a unos moletos ingleses del sur (cosa que puedo hacer fácilmente gracias al descubrimiento de este talento). Llego a Viena, sin eslovaca fue más fácil encontrar el hostal el cual es en una palabra: limpio.

Salgo y tengo problemas para entender el sistema métrico (no decimal), después tengo problemas para entender por qué es tan caro, luego para entender por qué Stephansdom es tan cool. Agarro el elevador más caro de mi vida para tener una vista (no tan) impresionante de Viena desde el cielo, por un momento me siento omnipotente, por otro me siento como el fóbico que padece de vértigo. Bajo y doy un escuilo a la que es capaz de saber, todo parece ir bien y como siempre desde que crucé el oceano me siento un poco asustado y bastante emocionado. Camino sin rumbo tomando fotos sin sentido hasta que me acuerdo que tengo un mapa y le doy un poco de dirección a mis pasos. La noche nace de nuevo sobre mi cabeza y el cansancio bajo mis pies. Me siento, pienso un poco y decido que estoy demasiado cansado para seguir así que pienso que es mejor regresar al hostal para descansar un poco.

Me siento sobre el sofá e intento planear mi siguiente ruta y fracaso. Una muchacha, que me recuerda a la mitología griega por su cabello serpentoso y su faz blanca, toca la guitarra, folk. Ella deja de tocar y cual quijote demuestro mis modestas, pero mejores, habilidades sobre el instrumento. A la hora de la cerveza hago lo inevitable y con cerveza en mano platico con esta escultura parlante. Se llama Kelly, vive a 8 horas de mi casa, hacia el norte. Después de un rato dos paisanos se unen a la plática, siento que los conozco de antes pero esto es casi imposible. Algunas horas más tarde vamos a Chelsea, un club que recién había terminado su muestra de música en vivo... qué pecado. Platico con los temporalmente-no-vecinos-del-norte y nada especial sucede. El camino de regreso casi una odisea. Una cama, amén.

Miércoles 9 de Noviembre, 2005

Kelly, Alonso, Kix y yo salimos en busca del legendario minotauro. Llegamos a un palacio de más de mil recámaras con un jardín del tamaño de todo el Edén. Pagamos €2,20 para tener derecho de buscar al hombre con cabeza de toro. Su primer posible hábitat cuenta con 20 réplicas de mí, un gato musical, mesas sobre resortes y la opción de perder 10 minutos en una metáfora obscura de la vida. El segundo cuenta con una dificultad mayor para ver tu destino, sin embargo, la meta se encuentra casi en línea recta. El tercero, el más difícil, cuenta con una vista de deidad sobre el laberinto una vez que se arriba ahí se puede encontrar lo que se desea. Encuentro mi deseo enseguida. Poseidón a mi espalda y mis dedos apuntando al cielo. Subimos el monte de los olivos para encontrar al águila con la corona de laurea en su pico, nunca lo alcanzaremos y como señal de derrota nos sentamos a contemplar la vista de una ciudad a la que no pertenecemos pero que hoy podemos estudiar como sí así fuera.

Decide regresar, yo sigo como un niño. Compro comida, cocino y como demasiado por lo que después me dedico a ejercitar los dedos sobre el mismo instrumento que ayer. Me despido y sigo mi camino desde dónde lo dejé ayer. Ni modo, no tuve suficiente tiempo para ver todo de día, ya será en otro año o de plano en otra vida, sin embargo todo majestuoso como de costumbre. El camino se termina en dónde comenzó y repito la acción de escuilar a Dagmar. Media hora más tarde la conozco al mismo tiempo que a su amiga polaca (pienso si todas las polacas tienen nombre de abuelita) y a sus amigos vieneses, vienameños, vienamitas, vienanos, o como sea que se llamen (y me reía de los que decían dinamarqueses, dinamarquenses o dinamarqueños) para encontrarnos un poco después con otra persona que también es capaz de saber y su hijo.

Siendo capaz de saber también yo, aprendo costumbres austriacas de navidad; sistemas de escuela/iglesia que no necesariamente son de escuela/iglesia; sobre la familia de un drogólogo de las NU, una profesora, un físico y una médica/científica en computación y un poco sobre la vida en general siempre con una sonrisa sobre mi carota de idiota. La serata termina, el pateabotes es infeliz, las tiendas de segunda mano son mejores, no bowels sino vowels, problemón para mí. La noche termina.

Jueves 10 de Noviembre, 2005

No me despierto a tiempo para Westbahnhof, pero sí para Sudbahnhof. Con un malasí o malayo llego al tren, me despido, Bratislava me espera. Me despido de lejos de las iglesias de Viena que aún esconden sus entrañas de mis ojos. Bratislava se presenta ante mí con más luz pero igualmente lóbrega y un poco más fría. No conocí mucho salvo a mis nuevas protuberantes mejillas, al castillo de Bratislava y compré a Mona, que será mi compañera en todos mis viajes posteriores. Con demasiado tiempo regreso al aeropuerto, espero una eternidad (o una película) y me trepo en el avión, siempre con la dualidad tristeza/felicidad que se tiene cuando se sale de un lugar al que estás seguro no volverás en un largo tiempo.
Viernes 28 Octubre, 2005.

El día llegó talvez mientras estaba en un bar gastando cantidades ridículas por alcohol o mientras estábamos en nuestro apartamento consumiendo alcohol que cuesta una cantidad ridícula. Dos horas y media después entré bajo la colcha, sería un día cansado.

No recuerdo a qué hora abrí los ojos, nilo que hice antes de ir a la escuela. En dos palabras la escuela: comida, clases; en tres lo que sucedió después de la escuela: internet, comida, tele. Aún no me había decidido si ir a Milán o no, al final decidí afirmativamente.

A las 21 y cuarto corrimos a la estación de trenes para ir a Milán. El tren salíaa las 9:32 y eran las 9:31 cuando estábamos en fila paracomprar los boletos así que decidimos correr al tren y esperar que ninguno revisara los boletos. Afortunadamente nadie revisó, lo cual elevó mi total de cosas robadas en dos días a 4 viajes en autobus (€4,00), una comida en la cafetería de la escuela (€2,98), el tren a Milán (€4,00) y el metro en Milán (€0,75). Mientras el tren a Milán yo estaba literalmente como al 10% o 15% de mis energías totales, lo único que pensaba era que no podía aguantar la noche, ergo había sido una mala idea subirme al tren.

Llegamos a la plaza del Duomo en donde nos esperaban como 12 personas y el correspondiente alcohol. Después de como 3 horas de vodka, cheve, vino y gin nos lanzamos a buscar algo que hacer, por estos momentos yo ya me había olvidado de mi mal estado. Aparentemente hay un lugar en donde todo está hecho de hielo pero supuestamente cuesta €20 estar ahí por una hora, entonces se decidió no ir y buscar algo más económico. De alguna forma llegamos a unafiesta en una universidad que ni ordenada a hacer hubiera estado tan bien... lo único malo es que se terminó una hora y media después de llegar. Bailé ska italiano por sin interrupción, íper bene.

Cuando se terminó, el grupo se había dividido en los que querían ir a un club y en los que querían bailar en la uni. Nos robamos a un italiano (€417,52) que nos llevó a un puestecito a tomar más cheve y comer un poco, estúpidamente decidí sólo insertar líquido a mi estómago. El italiano desapareció después de un rato y tuvimos que caminar a la parada del metro por la que habíamos llegado pero todavía estaba cerrado y preguntándole a un grupo de italianos nos dijeron que como en media hora. Entonces esperamos con ellos un rato y nos dijeron que le dieramos 3 vueltas a un toro 'senza coglioni' para que el deseo de nuestra elección se hiciera realidad. Después de esperar hasta las 5,10 decidimos caminar a la estación de los trenes. En el camino nos encontramos a unas salvadoreñas y a una guatemalteca, perdimos al checo... en fin... llegamos a la estación a las 6,20 y el tren a Bérgamo salía a las 7,20, entonces preguntamos y podíamos tomar uno y trasbordar en la siguietne estación, lo hicimos sólo que no alcanzamos el tren entonces tuvimos que esperar al siguiente tren de las 7,20. Llegué a mi casa a las 8,30... para las 11,05 ya estaba sobre otro tren para ir a un lago aquí cerca. No dormí hasta el díasiguietne a la una de la mañana. La mejornoche hasta el momento de las que he estado aquí.

Friday, November 11, 2005

Sí he subido como 5 o 6 kilos desde que llegué aquí... Sigo debiéndoles un escrito más largo que ya he escrito pero que no he trascrito a medios electrónicos.

De las fotos de abajo, 3 de Viena, la última de Bratislava.

Wednesday, November 09, 2005

Zo escribo cuando zo quiera!

Wednesday, October 26, 2005

Firenze

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