Monday, November 14, 2005

Lunes 7 de Noviembre, 2005

Hoy llego a Bratislava de noche, a las 8 para ser exacto, en la compañía de 3 checas y un checo que conocí unos días atrás. Que bueno que dormí en el avión, seguramente necesitaré esta energía si es que quiero conocer un poco la ciudad. El primer paso es llegar al hostal, para mi suerte una de las checas pregunta a una eslovaca qué es lo que tengo que hacer e inmediatamente el plan A de llegar con las direcciones impresas se transforma en el plan B, ahora la eslovaca me ayudaría a llegar a mi destino. Después de unos minutos en el camión decidimos bajar y despidiendome de los checos inicia mi persecusión de la eslovaca, para mi mala suerte ella se pierde al querer llegar a mi destino y en buena reacción en cadena me pierdo yo también. Lo bueno es que había apuntado el teléfono y ella está dispuesta a hacer la llamada al hostal para preguntar las direcciones. Por fin llego al hostal, todo normal aquí.

Decido salir, después de unos minutos decido comer. Comparado a Bérgamo todo parece ser economiquísimo. Llego al centro en dónde me doy cuenta de que mi cámara está en su lecho de muerte, espero aguante al sacerdote para recibir los santos óleos. Gracias a que mis manos tienen un entrenamiento óptimo en golpear televisores y a que se me ocurre aplicar estos conocimientos en la cámara sobrevive un poco más. Veo las instrucciones de Bratislava y me indican entrar en un café, no soy nadie para decir que no entonces entro y como buen (soy demasiado in-creativo para elegir sustantivo pero mi escrito requiere de una buena palabra para elevar el dramatismo entonces le dejo a usted, amable lector, una libre elección) ordeno una birra, o cheve para los cuates y averiguo dónde será mi siguiente destino. Elijo ir al río, el famoso Danubio Azul de Strauss, sólo por esta noche mío. Después de caminar un rato por su contorno, decido sentarme junto a el para escribir un poco. A mi lado está el barco/circo/disco pero parece muerto, la maldición del lunes por la noche. Un sol pequeñísimo llega y da luz a su hijo sobre mi cuaderno, después me invita a bailar y yo, que aún no puedo decirle no a los astros, accedo. El barco/cadaver por dentro tiene vida, estoy seguro que las bacterias volverán a la vida esta carroña, pero hoy no, nada sucede esta noche. Confuso y desilusionado me voy a otro café/bar para beber otra cheve.

Decido que es todo por hoy, mucho centro, mucha oscuridad pero como tengo hambre también decido regresar al lugar barato en dónde se inicia una conversación entre 3 personas y yo. Después de un corto intercambio de palabras, dos eslovacas se retiran del grupo que ahora consiste en mí y un diseñador de modas, en el camino al Buddha Bar más cercano aprendo se autodeclara el más grande toooooooda la Eslovaquia. Me compra dos cervezas y después salgo un poco más velozmente de lo normal. Llego al hostal, apunto hacia el cielo, el dedo brilla, Giuseppe chiama a casa. Duermo, estoy cansado.

Martes 8 de Noviembre, 2005

Salgo en dirección a la estación de trenes, me río de Dagmar, yo no llego tarde a mis citas con los ferrocarriles. Mi pasaporte adquiere un nuevo adorno, duermo o no mientras escucho a unos moletos ingleses del sur (cosa que puedo hacer fácilmente gracias al descubrimiento de este talento). Llego a Viena, sin eslovaca fue más fácil encontrar el hostal el cual es en una palabra: limpio.

Salgo y tengo problemas para entender el sistema métrico (no decimal), después tengo problemas para entender por qué es tan caro, luego para entender por qué Stephansdom es tan cool. Agarro el elevador más caro de mi vida para tener una vista (no tan) impresionante de Viena desde el cielo, por un momento me siento omnipotente, por otro me siento como el fóbico que padece de vértigo. Bajo y doy un escuilo a la que es capaz de saber, todo parece ir bien y como siempre desde que crucé el oceano me siento un poco asustado y bastante emocionado. Camino sin rumbo tomando fotos sin sentido hasta que me acuerdo que tengo un mapa y le doy un poco de dirección a mis pasos. La noche nace de nuevo sobre mi cabeza y el cansancio bajo mis pies. Me siento, pienso un poco y decido que estoy demasiado cansado para seguir así que pienso que es mejor regresar al hostal para descansar un poco.

Me siento sobre el sofá e intento planear mi siguiente ruta y fracaso. Una muchacha, que me recuerda a la mitología griega por su cabello serpentoso y su faz blanca, toca la guitarra, folk. Ella deja de tocar y cual quijote demuestro mis modestas, pero mejores, habilidades sobre el instrumento. A la hora de la cerveza hago lo inevitable y con cerveza en mano platico con esta escultura parlante. Se llama Kelly, vive a 8 horas de mi casa, hacia el norte. Después de un rato dos paisanos se unen a la plática, siento que los conozco de antes pero esto es casi imposible. Algunas horas más tarde vamos a Chelsea, un club que recién había terminado su muestra de música en vivo... qué pecado. Platico con los temporalmente-no-vecinos-del-norte y nada especial sucede. El camino de regreso casi una odisea. Una cama, amén.

Miércoles 9 de Noviembre, 2005

Kelly, Alonso, Kix y yo salimos en busca del legendario minotauro. Llegamos a un palacio de más de mil recámaras con un jardín del tamaño de todo el Edén. Pagamos €2,20 para tener derecho de buscar al hombre con cabeza de toro. Su primer posible hábitat cuenta con 20 réplicas de mí, un gato musical, mesas sobre resortes y la opción de perder 10 minutos en una metáfora obscura de la vida. El segundo cuenta con una dificultad mayor para ver tu destino, sin embargo, la meta se encuentra casi en línea recta. El tercero, el más difícil, cuenta con una vista de deidad sobre el laberinto una vez que se arriba ahí se puede encontrar lo que se desea. Encuentro mi deseo enseguida. Poseidón a mi espalda y mis dedos apuntando al cielo. Subimos el monte de los olivos para encontrar al águila con la corona de laurea en su pico, nunca lo alcanzaremos y como señal de derrota nos sentamos a contemplar la vista de una ciudad a la que no pertenecemos pero que hoy podemos estudiar como sí así fuera.

Decide regresar, yo sigo como un niño. Compro comida, cocino y como demasiado por lo que después me dedico a ejercitar los dedos sobre el mismo instrumento que ayer. Me despido y sigo mi camino desde dónde lo dejé ayer. Ni modo, no tuve suficiente tiempo para ver todo de día, ya será en otro año o de plano en otra vida, sin embargo todo majestuoso como de costumbre. El camino se termina en dónde comenzó y repito la acción de escuilar a Dagmar. Media hora más tarde la conozco al mismo tiempo que a su amiga polaca (pienso si todas las polacas tienen nombre de abuelita) y a sus amigos vieneses, vienameños, vienamitas, vienanos, o como sea que se llamen (y me reía de los que decían dinamarqueses, dinamarquenses o dinamarqueños) para encontrarnos un poco después con otra persona que también es capaz de saber y su hijo.

Siendo capaz de saber también yo, aprendo costumbres austriacas de navidad; sistemas de escuela/iglesia que no necesariamente son de escuela/iglesia; sobre la familia de un drogólogo de las NU, una profesora, un físico y una médica/científica en computación y un poco sobre la vida en general siempre con una sonrisa sobre mi carota de idiota. La serata termina, el pateabotes es infeliz, las tiendas de segunda mano son mejores, no bowels sino vowels, problemón para mí. La noche termina.

Jueves 10 de Noviembre, 2005

No me despierto a tiempo para Westbahnhof, pero sí para Sudbahnhof. Con un malasí o malayo llego al tren, me despido, Bratislava me espera. Me despido de lejos de las iglesias de Viena que aún esconden sus entrañas de mis ojos. Bratislava se presenta ante mí con más luz pero igualmente lóbrega y un poco más fría. No conocí mucho salvo a mis nuevas protuberantes mejillas, al castillo de Bratislava y compré a Mona, que será mi compañera en todos mis viajes posteriores. Con demasiado tiempo regreso al aeropuerto, espero una eternidad (o una película) y me trepo en el avión, siempre con la dualidad tristeza/felicidad que se tiene cuando se sale de un lugar al que estás seguro no volverás en un largo tiempo.

1 Comments:

Blogger Psyche Calderon Vargas said...

Joe casos de la vida surreal/irreal ...

QUE ES "MONA"??

AHH SI y el Danubio no es de nadie, ni tuyo ni de Strauss.. (solo mío) je je je ...

Y mmm que tal la birra Italiana, me debes una explicación...

10:28 PM  

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